jueves, 2 de julio de 2020

Problemas con el IPC (índice de precios al consumidor).


Existen varios motivos para oponerse a la noción de tratar de medir con precisión la "inflación", que los economistas convencionales ven como un aumento general de los precios. Una de las razón es que los precios no cambian simultáneamente, ni avanzan todo el tiempo a la misma velocidad.

Por otro lado, los problemas prácticos con los índices de precios, como el IPC, son las cuestiones sobre qué precios deben medirse y qué "peso" se asignarán a qué bienes. Otro problema es decidir qué hacer con los cambios en la calidad. Por ejemplo, ¿qué haces cuando Apple presenta un iPhone nuevo y mejorado al mismo precio que la versión anterior? ¿qué sucede cuando un producto pierde calidad o su tamaño decrece y aún así tiene el mismo precio? etcétera, etcétera.

En el caso de Estados Unidos los indicadores centrales de inflación son el Consumer Price Index (CPI), y el Producer Price Index (PPI), ambos calculados por un par de expertos de manera arbitraria. Una de las manipulaciones más grotescas que se hace a este índice es la aplicación de la técnica llamada "hedonics", palabra que deriva del griego y que hace referencia a la "doctrina del placer". En lo que a inflación respecta, la técnica de hedonics aplicada por el Bureau of Labor Statistics (BLS), órgano que calcula el CPI en Estados Unidos, consiste en considerar los cambios cualitativos como parte del cálculo de precios. Así, por ejemplo, si un modelo de computador experimenta avances tecnológicos de un año a otro que a juicio de los burócratas del BLS superan el alza de su precio, en la estadística se asumirá que el precio ha bajado. Aplicada a un conjunto de productos, esta mágica metodología permite que las estadísticas reflejen una baja en la tasa de inflación, a pesar de que en la práctica se haya verificado un alza general de precios. Para ello basta con que los oficiales que calculan la inflación consideren que los cambios cualitativos en los productos han generado un mayor placer que el aumento del precio de los mismos. Como resultado, el PIB real según las estadísticas oficiales será también mayor al no corregirse por la real tasa de inflación.

Pero incluso hasta en los precios de productos básicos existen inconsistencias. Mitchell Kauffman de la web Business Insider en 2011 escribió un artículo titulado The Controversy Over Inflation: Is There More Than We Are Aware Of? en el que se preguntaba "¿Cómo puede ser que con los precios de la gasolina coqueteando los $4 por galón y con los precios de los alimentos en aumento, solo hay un aumento anual del 3.2% del Índice de Precios al Consumidor hasta abril de 2011? ¿Parece que hay una desconexión para ti?".

Esta controversia sobre la metodología con que se mide la inflación se ha arrastrado durante varios años. Por ejemplo, Perianne Boring en su artículo "If You Want To Know The Real Rate Of Inflation, Don't Bother With The CPI" publicado en la revista Forbes en el 2014, respecto al tema mencionó  que incluso las mediciones inflacionarias se contradicen con la de otros órganos. "Otro ejemplo donde el BLS no cumple con las medidas de inflación de otras agencias es el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos" explica Perianne. "Según el BLS, el precio promedio de la carne de vacuno aumentó un 20 por ciento en los últimos cinco años. Sin embargo, según el USDA , los precios de la carne han aumentado un 26 por ciento en los últimos cinco años" mencionaba, para luego contar que debido a tal discrepancia preguntó a un estadístico del BLS que le respondió simplemente que: "Esperaría que esos números estén un poco más juntos". Boring concluyó, lógicamente, preguntándose "Cuando incluso el gobierno federal obtiene números diferentes en los mismos productos, ¿cómo podría ser esto una medida precisa de la inflación?".

Por otro lado, una situación que demuestra lo arbitrario de estos índices, es por ejemplo, el hecho de que el explosivo aumento de precio de los inmuebles durante el auge previo a la crisis de 2008 simplemente no fue reflejado en el CPI, porque en 1983 el BLS decidió no seguir incluyendo el precio de inmuebles dentro de la canasta de bienes con que se mide la inflación. En su lugar comenzó a utilizar una equivalencia denominada price to rental, ratio, o razón precio renta. De este modo, en lugar de considerar el incremento en el precio de viviendas como parte de la inflación, el BLS se concentró en el precio al cual los dueños de los inmuebles estarían dispuestos a arrendar sus propiedades. Como resultado, en 2004, antes de que la FED comenzara a subir gradualmente las tasas de interés, la inflación, de acuerdo al CPI de cuya composición un 23% corresponde al factor habitacional, fue de un 3,3%. De haberse incluido el aumento de precio de inmuebles, la cifra habría sido de 6,2%, lo que en la época se habría considerado como inflación desbocada, poniendo una enorme presión sobre la FED para realizar un alza radical de las tasas de interés. En lugar de ello, la FED pudo mantener su política de crédito barato, argumentando que la inflación era moderada inflando aún más la burbuja hasta que la inevitable alza de tasas la reventara. Y con un 60% de los créditos hipotecarios otorgados a tasa variable, es fácil imaginar el cataclismo que se generó en el mundo financiero.

Este tipo de ejemplos son los que hacen que el IPC y similares, sean métodos inútiles, o al menos para nada confiables a la hora de medir la relación entre emisión monetaria e inflación.

Una de las criticas más comunes hacia la teoría de la inflación como fenómeno monetario surge a raíz de que, como bien mencionaba Henry Hazlitt, existen ciertos economistas "(..) que propugnan una rígida teoría en relación con los efectos de la oferta de dinero sobre los precios de las mercancías", estos teóricos, dice Hazlitt, explican que "Todo el dinero de una nación (...) está siendo ofrecido constantemente por sus poseedores a cambio de la totalidad de las mercancías que se producen. Por consiguiente, el valor de la cantidad total de dinero multiplicado por su "velocidad de circulación", ha de ser siempre igual al valor de la cantidad total de mercancías adquiridas. Y en consecuencia (suponiendo que no se produzca ningún cambio en la "velocidad de circulación"), el valor de la unidad monetaria variará en sentido inverso, guardando siempre exacta proporción con la cantidad de dinero puesta en circulación", esto significa que "A doble cantidad de dinero y crédito bancario corresponderá exactamente un "nivel de precios" doblemente elevado; a triple cantidad, nivel de precios triplemente elevado. En una palabra, si multiplicamos por n la cantidad de dinero en circulación, el nivel de precios quedará automáticamente elevado n número de veces".

Por supuesto, tal lógica mecanicista es falsa, induce a errores muy graves, y da lugar a mal interpretaciones con relación a lo que es en realidad la inflación. Como explicamos anteriormente, los precios suben y bajan de manera irregular. La inyección de dinero en la economía, no hace que los precios suban de manera automática. Es un proceso lento, que puede llevar años.

El alza general de los precios, como se describe actualmente a la inflación, es la consecuencia final de un proceso lento y largo. Por ejemplo, economistas austriacos como Ludwig von Mises, Benjamin Anderson, F. A. Hayek o el propio Hazlitt, vieron que los precios de los productos básicos eran estables en la década de 1920, pero que otros precios en la estructura de producción indicaban problemas relacionados con la política monetaria de la Reserva Federal. Mises, en particular, advirtió que la política de "dólar estable" de Fisher, empleada en la Reserva Federal, iba a resultar en graves ramificaciones. Si uno observa los precios relacionados a las inversiones empresariales, tanto en los años 20 como en el 2008, los altos precios parecen ser la norma. Los mercados de acciones y bonos de EE.UU. estaban en, o cerca de, máximos históricos. La tierra agrícola, los mercados de bienes raíces en Manhattan y Washington DC, mercado de bienes de producción, el petroleo, el oro, así como el mercado de arte contemporáneo en Nueva York estaban en auge con ventas récord y precios altísimos. Tal y como predecían los austriacos. Después de todo, es allí donde se crea el dinero, y el lugar donde gran parte de él se inyecta en la economía. Y este tipo de precios, no son reflejados por el IPC o similares.

Por supuesto, como decía Hazlitt: "Basta una inflación relativamente suave para desarticular la estructura de la producción, favoreciendo la expansión excesiva de unas industrias a expensas de las restantes. Todo ello implica malinversión y derroche de capital. Cuando la inflación se derrumba o es detenida, la equivocada inversión de capital, en máquinas, factorías o edificios, aparece incapaz de producir beneficios suficientes y pierde la mayor parte de su valor".

Y concluía de manera contundente: "La inflación cubre cualquier proceso económico con un velo de ilusión. Confunde y engaña a la inmensa mayoría, e incluso a quienes sufren sus consecuencias. Estamos todos acostumbrados a medir nuestros ingresos y riqueza en términos monetarios. Este hábito mental es tan poderoso que incluso economistas y estadísticos profesionales no pueden deshacerse de él. Es difícil estar atentos siempre en las relaciones económicas a los bienes y bienestar reales que las suscitan. ¿Quién de nosotros no se siente más rico y satisfecho cuando oye decir que la renta nacional se ha duplicado (en dólares, por supuesto), en comparación con la de algún período preinflacionario? Incluso el empleado que percibía 25 dólares y ahora gana 35, cree que ha mejorado de situación, aunque ahora todo le cueste doble que cuando ganaba 25 dólares. No es que permanezca ciego ante el alza experimentada en el costo de la vida. Pero no advierte tan claramente su situación real actual como lo hubiera hecho si, permaneciendo inalterado el actual coste de la vida, le hubiera sido reducido el salario al objeto de asignarle el mismo poder adquisitivo más reducido que ahora posee como consecuencia del alza en los precios y aun a pesar del aumento conseguido en términos monetarios. La inflación es la autosugestión, la hipnosis o anestesia que amortigua el dolor de la operación. Es el opio del pueblo".

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