viernes, 20 de enero de 2023

Guía Interior y principios de vida.

Guía Interior y principios de vida. 


Frase sacadas de: 
1.12 reglas para la vida - Jordan Peterson
2. Cómo ganar amigos e influir sobre las personas - Dale Carnegie 
3. Meditaciones - Marco Aurelio
4. Manual de vida o Enquiridión - Epicteto 
5. El obstáculo es el camino - Ryan Holiday
6. El camino de los hombres - Jack Donovan
7. Diálogos - Séneca

De Jordan Peterson en "12 reglas para la vida". 

1. El éxito, ese es el misterio. La virtud, eso es lo que no se puede explicar. Para fracasar tan solo tienes que desarrollar unas cuantas malas costumbres. Tan solo tienes que sentarte a esperar. Una vez que alguien ha pasado el tiempo suficiente desarrollando malas costumbres y esperando, ya ha perdido mucho. Mucho de lo que podría haber sido se ha esfumado y mucho de la persona en la que se ha convertido ya es real. Las cosas se derrumban por su propia inercia, pero los pecados de las personas aceleran su degeneración. Y entonces llega el diluvio.

2. Contar con significado en tu vida es mejor que tener aquello que deseas, porque puede que no sepas qué es lo que deseas ni lo que de verdad necesitas. El significado es algo que te sale al encuentro por su propia decisión. Puedes preparar los requisitos, puedes seguir el significado cuando se manifiesta, pero no puedes producirlo deliberadamente. El significado indica que te encuentras en el lugar adecuado, en el momento adecuado, en el equilibrio justo entre orden y caos, allí donde todo se alinea de la mejor forma posible.

3. Si no te revelas a los demás, no te puedes revelar a ti mismo. Esto no solo significa que estás suprimiendo a quien eres, aunque eso también. Significa que todas las cosas que podrías llegar a ser nunca podrán ser desencadenadas por la necesidad. Se trata de una verdad biológica y conceptual. Cuando exploras con astucia, cuando te enfrentas de forma voluntaria con lo desconocido, vas recopilando información que te sirve para construirte en tu nueva versión renovada. 

4. Si te traicionas a ti mismo, si dices cosas falsas, si escenificas una mentira, lo que haces es debilitar tu carácter. Si tienes un carácter débil, te avasallará la primera adversidad que surja, e inevitablemente surgirán. Intentarás esconderte, pero ya no podrás hacerlo en ningún sitio. Y entonces acabarás haciendo cosas horribles.

5. El error requiere el sacrificio que supone corregirlo, con lo que un error grave necesita un sacrificio igual de grave. Aceptar la verdad es un sacrificio, y si has estado rechazándola durante mucho tiempo, entonces has acumulado una deuda enorme en lo que se refiere a sacrificios.

6.  Un objetivo, una ambición proporciona la estructura necesaria para actuar. Un objetivo proporciona un destino, un punto de contraste respecto al presente y un marco dentro del cual se pueden evaluar las cosas. Un objetivo define el progreso y lo convierte en algo emocionante. Un objetivo reduce la ansiedad porque, si no tienes ninguno, todo puede significar cualquier cosa o nada en absoluto y ninguna de estas dos opciones permite a un espíritu estar tranquilo. Así pues, tenemos que pensar, planificar, limitar y proponer para poder vivir. 

7. Tienes que determinar adónde te diriges en la vida porque no puedes llegar allí a menos que avances en esa dirección. Vagando sin rumbo, no conseguirás ir adelante. Por el contrario: te decepcionarás, te frustrarás y harás de ti una persona ansiosa e infeliz, alguien con quien será complicado llevarse bien. Y a partir de ahí, alguien lleno de resentimiento y de ansias de venganza, y luego algo todavía peor.

8. Enfréntate al caos del Ser. Apunta bien a medida que te adentras en un mar de problemas. Especifica tu destino y traza el recorrido. Admite lo que quieres y diles a las personas que te rodean quién eres. Ajústalo al máximo, mira fijamente y avanza todo recto. A la hora de hablar, exprésate con precisión.

De Dale Carnegie en "Cómo ganar amigos e influir sobre las personas". 

1. En lugar de censurar a la gente, tratemos de comprenderla. Tratemos de imaginarnos por qué hacen lo que hacen. Eso es mucho más provechoso y más interesante que la crítica; y de ello surge la simpatía, la tolerancia y la bondad. "Saberlo todo es perdonarlo todo." Ya dijo el Dr. Johnson: "El mismo Dios, señor, no se propone juzgar al hombre hasta el fin de sus días". Entonces. ¿por qué hemos de juzgarlo usted o yo?

2. A la larga, la adulación hace más mal que bien. La adulación es falsa y, como el dinero falso, nos pone eventualmente en aprietos si queremos hacerla circular. La diferencia entre la apreciación y la adulación es muy sencilla. Una es sincera y la otra no. Una procede del corazón; la otra sale de la boca. Una es altruista; la otra egoísta. Una despierta la admiración universal; la otra es universalmente condenada.

3. Trate de dejar un rastro de pequeñas chispas de gratitud en sus jornadas. Le sorprenderá ver cómo encienden pequeñas llamas de amistad que vuelven a brillar en su próxima visita.

4. Herir a la gente no sólo no la cambia, sino que es una tarea que nadie nos agradecerá. Hay un viejo dicho que yo he escrito en una hoja y pegado en el espejo del baño, donde lo veo todos los días: "Pasaré una sola vez por este camino; de modo que cualquier bien que pueda hacer o cualquier cortesía que pueda tener para con cualquier ser humano, que sea ahora. No la dejaré para mañana, ni la olvidaré, porque nunca más volveré a pasar por aquí." Emerson dijo: "Todo hombre que conozco es superior a mí en algún sentido. En ese sentido, aprendo de él". Si así sucedía con Emerson, ¿no es probable que lo mismo sea cien veces más cierto en su caso, o en el mío? Dejemos de pensar en nuestras realizaciones y nuestras necesidades. Tratemos de pensar en las buenas cualidades de la otra persona. Olvidemos entonces la adulación. Demos prueba de una apreciación honrada, sincera, de esas cualidades. Seamos "calurosos en la aprobación y generosos en el elogio", y la gente acogerá con cariño nuestras palabras y las atesorará y las repetirá toda una vida, años después de haberlas olvidado nosotros.

5. El mundo está lleno de personas egoístas, aprovechadoras. De manera que los pocos individuos que sin egoísmo tratan de servir a los demás tienen enormes ventajas. No hay competencia contra ellos. Owen D. Young dijo: "El hombre que se puede poner en el lugar de los demás, que puede comprender el funcionamiento de la mente ajena, no tiene por qué preocuparse por el futuro".

6. El individuo que no se interesa por sus semejantes es quien tiene las mayores dificultades en la vida y causa las mayores heridas a los demás. De esos individuos surgen todos los fracasos humanos.

7. El interés, lo mismo que todo lo demás en las relaciones humanas, debe ser sincero. Debe dar dividendos no sólo a la persona que muestra el interés, sino también a la que recibe la atención. Es una vía de dos manos: las dos partes se benefician.

8. Todo el mundo busca la felicidad, Y hay un medio seguro para encontrarla. Consiste en controlar nuestros pensamientos. La felicidad no depende de condiciones externas, depende de condiciones internas. No es lo que tenemos o lo que somos o donde estamos o lo que realizamos, nada de eso, lo que nos hace felices o desgraciados. Es lo que pensamos acerca de todo ello.

9. Deberíamos tener presente la magia que hay en un nombre, y comprender que es algo propio exclusivamente de esa persona, y de nadie más. El nombre pone aparte al individuo; lo hace sentir único entre todos los demás. La información que damos, o la pregunta que hacemos, toma una importancia especial cuando le agregamos el nombre de nuestro interlocutor. Desde la camarera hasta el principal ejecutivo de una empresa, el nombre obrará milagros cuando tratarnos con la gente.

10. Hay una ley de suma importancia en la conducta humana. Si obedecemos esa ley, casi nunca nos veremos en aprietos. Si la obedecemos, obtendremos incontables amigos y constante felicidad. Pero en cuanto quebrantemos esa ley nos veremos en interminables dificultades. La ley es esta: Trate siempre de que la otra persona se sienta importante. El profesor John Dewey, como ya lo hemos señalado, dice que el deseo de ser importante es el impulso más profundo que anima al carácter humano; y el profesor William James: "El principio más profundo en el carácter humano es el anhelo de ser apreciado". Como ya lo he señalado, ese impulso es lo que nos diferencia de los animales. Es el impulso que ha dado origen a la civilización misma.

11. Jesús lo enseñó entre las pétreas montañas de Judea hace diecinueve siglos. Jesús lo resumió en un pensamiento que es probablemente la regla más importante del mundo: "Haz al prójimo lo que quieras que el prójimo te haga a ti". Usted quiere la aprobación de todos aquellos con quienes entra en contacto. Quiere que se reconozcan sus méritos. Quiere tener la sensación de su importancia en su pequeño mundo. No quiere escuchar adulaciones baratas, sin sinceridad, pero anhela una sincera apreciación. Quiere que sus amigos y allegados sean, como dijo Charles Schwab, "calurosos en su aprobación y generosos en su elogio". Todos nosotros lo deseamos. Obedezcamos, pues, la Regla de Oro, y demos a los otros lo que queremos que ellos nos den.

12. El sol puede hacernos quitar la capa más rápidamente que el viento; y la bondad, la amabilidad y la apreciación para con el prójimo puede hacerle cambiar de idea más velozmente que todos los regaños y amenazas del mundo. Recordemos lo que dijo Lincoln: "Una gota de miel caza más moscas que un galón de hielo".

13. Cuando hable con alguien, no empiece discutiendo las cosas en que hay divergencia entre los dos. Empiece destacando -y siga destacando- las cosas en que están de acuerdo. Siga acentuando -si es posible- que los dos tienden al mismo fin y que la única diferencia es de método y no de propósito.

14. Dejemos que hable la otra persona. Ella sabe más que nosotros acerca de sus negocios y sus problemas. Hagámosle preguntas. Permitámosle que nos explique unas cuantas cosas. Si estamos en desacuerdo con ella, podemos vernos tentados a interrumpirla. Pero no lo hagamos. Es peligroso. No nos prestará atención mientras tenga todavía una cantidad de ideas propias que reclaman expresión. Escuchemos con paciencia y con ecuanimidad. Seamos sinceros. Alentémosla a expresar del todo sus ideas.

15. La única razón, por ejemplo, de que no sea usted una víbora de cascabel, es que sus padres no eran víboras de cascabel. Muy poco crédito merece usted por ser lo que es, y recuerde también que muy poco descrédito merece por ser como es la persona que se le acerca irritada, llena de prejuicios, irrazonable. Tenga compasión del pobre diablo. Apiádese de él. Simpatice con él. Dígase: "Ese, si no fuera por la gracia de Dios, podría ser yo".

16. "Todos los hombres tienen temores, pero los valientes los olvidan y van adelante, a veces hasta la muerte, pero siempre hasta la victoria." Ese era el lema de la Guardia Real en la antigua Grecia. Qué mayor desafío puede ofrecerse que la oportunidad de superar estos temores.


De Marco Aurelio en las "Meditaciones".

1. Aunque debieras vivir tres mil años y otras tantas veces diez mil, no obstante recuerda que nadie pierde otra vida que la que vive, ni vive otra que la que pierde. En consecuencia, lo más largo y lo más corto confluyen en un mismo punto. El presente, en efecto, es igual para todos, lo que se pierde es también igual, y lo que se separa es, evidentemente, un simple instante. Luego ni el pasado ni el futuro se podría perder, porque lo que no se tiene, ¿cómo nos lo podría arrebatar alguien? Ten siempre presente, por tanto, esas dos cosas: una, que todo, desde siempre, se presenta de forma igual y describe los mismos círculos, y nada importa que se contemple lo mismo durante cien años, doscientos o un tiempo indefinido; la otra, que el que ha vivido más tiempo y el que morirá más prematuramente, sufren idéntica pérdida. Porque sólo se nos puede privar del presente, puesto que éste sólo posees, y lo que uno no posee, no lo puede perder.

2. No consideres las cosas tal como las juzga el hombre insolente o como quiere que las juzgues; antes bien, examínalas tal como son en realidad.

3. Cuánto tiempo libre gana el que no mira qué dijo, hizo o pensó el vecino, sino exclusivamente qué hace él mismo, a fin de que su acción sea justa, santa o enteramente buena. No dirijas la mirada a negros caracteres, sino corre directo hacia la línea de meta, sin desviarte.

4. «Eres una pequeña alma que sustenta un cadáver», como decía Epicteto.

5. Al amanecer, cuando de mala gana y perezosamente despiertes, acuda puntual a ti este pensamiento: «Despierto para cumplir una tarea propia de hombre.» ¿Voy, pues, a seguir disgustado, si me encamino a hacer aquella tarea que justifica mi existencia y para la cual he sido traído al mundo? ¿O es que he sido formado para calentarme, reclinado entre pequeños cobertores? «Pero eso es más agradable.» ¿Has nacido, pues, para deleitarte? Y, en suma, ¿has nacido para la pasividad o para la actividad? ¿No ves que los arbustos, los pajarillos, las hormigas, las arañas, las abejas, cumplen su ílinción propia, contribuyendo por su cuenta al orden del mundo? Y tu entonces, ¿rehusas hacer lo que es propio del hombre? ¿No persigues con ahínco lo que está de acuerdo con tu naturaleza? «Mas es necesario también reposar.» Lo es; también yo lo mantengo. Pero también la naturaleza ha marcado límites al reposo, como también ha fijado límites en la comida y en la bebida, y a pesar de eso, ¿no superas la medida, excediéndote más de lo que es suficiente? Y en tus acciones no sólo no cumples lo suficiente, sino que te quedas por debajo de tus posibilidades. Por consiguiente, no te amas a ti mismo, porque ciertamente en aquel caso amanas tu naturaleza y su propósito. Otros, que aman su profesión, se consumen en el ejercicio del trabajo idóneo, sin lavarse y sin comer. Pero tú estimas menos tu propia naturaleza que el cincelador su cincel, el danzarín su danza, el avaro su dinero, el presuntuoso su vanagloria. Éstos, sin embargo, cuando sienten pasión por algo, ni comer ni dormir quieren antes de haber contribuido al progreso de aquellos objetivos a los que se entregan. Y a ti, ¿te parecen las actividades comunitarias desprovistas de valor y merecedoras de menor atención?

6. Siempre que quieras alegrarte, piensa en los méritos de los que viven contigo, por ejemplo, la energía en el trabajo de uno, la discreción de otro, la liberalidad de un tercero y cualquier otra cualidad de otro. Porque nada produce tanta satisfacción como los ejemplos de las virtudes, al manifestarse en el carácter de los que con nosotros viven y al ofrecerse agrupadas en la medida de lo posible. Por esta razón deben tenerse siempre a mano.

7. El que ama la fama considera bien propio la actividad ajena; el que ama el placer, su propia afección; el hombre inteligente, en cambio, su propia actividad.

8. Acostúmbrate a no estar distraído a lo que dice otro, e incluso, en la medida de tus posibilidades, adéntrate en el alma del que habla.

9. Borra la imaginación. Detén el impulso de marioneta. Circunscríbete al momento presente. Comprende lo que te sucede a ti o a otro. Divide y separa el objeto dado en su aspecto causal y material. Piensa en tu hora postrera. La falta cometida por aquél, déjala allí donde se originó.

10. El arte de vivir se asemeja más a la lucha que a la danza en lo que se refiere a estar finnemente dispuesto a hacer frente a los accidentes incluso imprevistos.

11. Si depende de ti, ¿por qué lo haces? Pero si depende de otro, ¿a quién censuras? ¿A los átomos o a los dioses? En ambos casos es locura. A nadie debes reprender. Porque, si puedes, corrígele. Y si no puedes, corrige al menos su acción. Y si tampoco esto te es posible, ¿de qué te sirve irritarte? Porque nada debe hacerse al azar.

12. El que peca, peca contra sí mismo; el que comete una injusticia, contra sí la comete, y a sí mismo se daña.

13. Borrar la imaginación, contener el instinto, apagar el deseo, conservar en ti el guía interior.

14. Esfuérzate no como un desventurado ni como quien quiere ser compadecido o admirado; antes bien, sea tu único deseo ponerte en movimiento y detenerte como lo estima justo la razón de la ciudad.

15. La farsa, la guerra, el temor, la estupidez, la esclavitud, irán borrando, día a día, aquellos principios sagrados que tú, hombre estudioso de la naturaleza, te imaginas y acatas. Preciso es que todo lo mires y hagas de tal modo, que simultáneamente cumplas lo que es dificultoso y a la vez pongas en práctica lo teórico; y conserves el orgullo.

 16. ¿Qué necesidad de recelos, cuando te es posible examinar qué debes hacer, y, caso de que lo veas en su conjunto, caminar por esta senda benévolamente y sin volver la mirada atrás? Mas, en caso contrario, detente y recurre a los mejores consejeros; y en el caso de que otras diversas trabas obstaculicen la misión a la que te encaminas, sigue adelante según los recursos a tu alcance, teniendo muy presente en tus cálculos lo que te parece justo. Porque lo mejor es alcanzar este objetivo, dado que apartarse de él es ciertamente fracaso. Tranquilo a la vez que resuelto, alegre a la par que consistente, es el hombre que en todo sigue la razón.

17. No sigas discutiendo ya acerca de qué tipo de cualidades debe reunir el hombre bueno, sino trata de serlo.

18. A nadie le sea posible decir de ti con verdad que no eres hombre sencillo y bueno. Por el contrario, mienta todo el que imagine algo semejante de ti. Y todo esto de ti depende. Pues, ¿quién te impide ser sencillo y bueno? Tú toma sólo la decisión de no seguir viviendo, si no logras ser un hombre así, pues la razón no te coacciona a vivir, si no reúnes estas cualidades.

19. Recuerda en los momentos de cólera que no es viril irritarse, pero sí lo es la apacibilidad y la serenidad que, al mismo tiempo que es más propia del hombre, es también más viril; y participa éste de vigor, nervios y valentía, no el que se indigna y está descontento. Porque cuanto más familiarizado esté con la impasibilidad, tanto mayor es su fuerza. Y al igual que la aflicción es síntoma de debilidad, así también la ira. Porque en ambos casos están heridos y ceden. Y si quieres, toma también un décimo bien del Musageta que es propio de locos no admitir que los malvados cometan faltas, porque es una pretensión imposible. Sin embargo, convenir que se comporten así con otras personas y pretender que no falten contigo, es algo absurdo y propio de tirano.

20. Quien no tiene un solo e idéntico objetivo en la vida, es imposible que persista durante toda ella único e idéntico. No basta lo dicho, si no añades eso: ¿Cuál debe ser ese objetivo? Porque, del mismo modo que no es igual la opinión relativa a todas las cosas que parecen, en cierto modo, buenas al vulgo, sino únicamente acerca de algunas, como, por ejemplo, las referentes a la comunidad, así también hay que proponerse como objetivo el bien común y ciudadano. Porque quien encauza todos sus impulsos particulares a ese objetivo, corresponderá con acciones semejantes, y según eso, siempre será el mismo.

De Epicteto en su "Manual de vida" o "Enquiridión".

1. La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Sólo tras haber hecho frente a esta regla fundamental y haber aprendido a distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no, serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior. Bajo control están las opiniones, las aspiraciones, los deseos y las cosas que nos repelen. Estas áreas constituyen con bastante exactitud nuestra preocupación, porque están directamente sujetas a nuestra influencia. Siempre tenemos la posibilidad de elegir los contenidos y el carácter de nuestra vida interior. Fuera de control, sin embargo, hay cosas como el tipo de cuerpo que tenemos, el haber nacido en la riqueza o el tener que hacernos ricos, la forma en que nos ven los demás y nuestra posición en la sociedad. Debemos recordar que estas cosas son externas y por ende no constituyen nuestra preocupación. Intentar controlar o cambiar lo que no podemos tiene como único resultado el tormento.

2. Recordemos: las cosas sobre las que tenemos poder están naturalmente a nuestra disposición, libres de toda restricción o impedimento; pero las cosas que nuestro poder no alcanza son debilidades, dependencias, o vienen determinadas por el capricho y las acciones de los demás. Recordemos, también, que si pensamos que podemos llevar las riendas de cosas que por naturaleza escapan a nuestro control, o si intentamos adoptar los asuntos de otros como propios, nuestros esfuerzos se verán desbaratados y nos convertiremos en personas frustradas, ansiosas y criticonas.

3. El deseo y la aversión, aunque poderosos, no son más que hábitos. Y podemos ejercitarnos en tener mejores hábitos. Restringe el hábito de verte rechazado por todas esas cosas que escapan a tu control y céntrate, en cambio, en las cosas nocivas que sí puedes combatir. Haz todo lo que esté en tu mano para refrenar el deseo. Pues si deseas algo que escapa a tu control, seguramente acabarás decepcionado; mientras, estarás descuidando las cosas que están bajo tu control y que son merecedoras de deseo.

4. Las circunstancias no se presentan para satisfacer nuestras expectativas. Las cosas suceden por sí mismas. La gente se comporta tal como es. Aprovecha lo que realmente obtienes. Abre los ojos: tienes que ver las cosas tal como son y así te ahorrarás el dolor de los falsos vínculos y de la decepción evitable.

5. Cuando algo acontece, lo único que está en tu mano es la actitud que tomas al respecto; tanto puedes aceptarlo como tomarlo a mal. Lo que en verdad nos espanta y desalienta no son los acontecimientos exteriores por sí mismos, sino la manera en que pensamos acerca de ellos. No son las cosas lo que nos trastorna, sino nuestra interpretación de su significado. ¡Deja de asustarte a ti mismo con ideas impetuosas, con tus impresiones sobre el modo en que las cosas son! Las cosas y las personas no son lo que deseamos que sean ni lo que parecen ser. Son lo que son.

6. Las cosas, por sí mismas, no nos hacen daño ni nos ponen trabas. Tampoco las demás personas. La forma en que veamos las cosas es otro asunto. Son nuestras actitudes y reacciones las que nos causan problemas. Por consiguiente, ni siquiera la muerte tiene gran importancia por sí misma. Es nuestro concepto de la muerte, nuestra idea, lo que es terrible, lo que nos aterroriza.

7. Hay formas muy distintas de pensar sobre la muerte. Examina a fondo tus conceptos sobre la muerte y sobre todo lo demás. ¿Son realmente ciertos? ¿Te hacen algún bien? No temas a la muerte y al dolor; teme al temor a la muerte y al dolor. No podemos elegir nuestras circunstancias externas, pero siempre podemos elegir la forma de reaccionar ante ellas.

8. Las cosas son sencillamente lo que son. Los demás que piensen lo que quieran; no es asunto nuestro. Ni vergüenza, ni culpa.

9. No exijas que los acontecimientos sucedan como deseas. Acéptalos tal como son realmente. Así te será posible la paz.

10. Cada dificultad con la que tropezamos en la vida nos ofrece la oportunidad de volvernos hacia dentro e invocar a nuestros recursos íntimos. Las pruebas que soportamos pueden y deben darnos a conocer nuestra fuerza.

11. Si tropiezas con una persona atractiva, el dominio de ti mismo será el recurso necesario; ante el dolor o la debilidad, el aguante; ante los insultos, la paciencia. A medida que pase el tiempo y vayas consolidando el hábito de emparejar el recurso íntimo más apropiado a cada incidente, dejarás de tender a dejarte llevar por las apariencias de la vida. Dejarás de sentirte abrumado con tanta frecuencia.

12. No te preocupes por la impresión que causes en los demás. Están deslumbrados y engañados por las apariencias. Sé fiel a tu objetivo. Sólo así reforzarás tu voluntad y darás coherencia a tu vida.

13. La libertad no es el derecho o la capacidad de hacer lo que te venga en gana. La libertad viene de comprender los límites de tu propio poder y los límites naturales establecidos por la divina providencia. Al aceptar las limitaciones y las inevitabilidades de la vida y trabajar con ellas en lugar de combatirlas, nos hacemos libres. Si, por el contrario, sucumbimos ante el deseo pasajero por cosas que escapan a nuestro control, perdemos la libertad.

14. Somos como los actores de una obra. La voluntad divina nos ha asignado papeles en la vida sin consultarnos nada. Algunos de nosotros actuaremos en un drama breve; otros, en uno largo. Puede que nos asignen el papel de pobre, de tullido, de distinguida celebridad, de dirigente o el de ciudadano normal y corriente. Aunque no podemos controlar el papel que se nos asigna, nuestro afán debe ser interpretar el papel asignado tan bien como sea posible y abstenernos de quejarnos del mismo. Sea donde fuere y en cualesquiera circunstancias, ofrece una actuación impecable. Si tienes que leer, lee; si tienes que ser escritor, escribe.

15. La libertad es la única meta que merece la pena en la vida. Se consigue prescindiendo de las cosas que escapan a nuestro control. No podemos tener un corazón alegre si nuestras mentes son un afligido caldero de temor y ambición.

16. La felicidad depende de tres cosas, y las tres están bajo tu poder: la voluntad, las ideas respecto a los acontecimientos en los que estás envuelto y el uso que hagas de esas ideas. La auténtica felicidad siempre es independiente de las circunstancias externas. Practica la indiferencia para con las circunstancias externas. La felicidad sólo puede hallarse dentro.

17. Manténte unido a lo que es espiritualmente superior, prescindiendo de lo que hacen y dicen los demás. Sé fiel a tus verdaderas aspiraciones pase lo que pase a tu alrededor.

18. No es razonable pensar que podemos obtener una recompensa si no estamos dispuestos a pagar su precio. La persona que «gana» en algo no tiene ninguna ventaja real sobre ti, puesto que tuvo que pagar el precio de la recompensa. Siempre está en nuestras manos decidir si queremos pagar o no el precio de las recompensas de la vida. Y con frecuencia nos conviene más no pagarlo, pues dicho precio podría comprar nuestra integridad. Podríamos vernos forzados a ensalzar a alguien por quien no sentimos ningún respeto.

19. A no ser que nos entreguemos por completo a nuestros esfuerzos, seremos personas vacías y superficiales y nunca desarrollaremos nuestros talentos naturales.

20. Un espíritu poco entusiasta no tiene ningún poder. Los esfuerzos vacilantes conducen a resultados vacilantes.

21. Cuando contemples el futuro, recuerda que todas las situaciones se desenvuelven del modo en que lo hacen sin tener en cuenta cómo nos hacen sentir. Nuestras esperanzas y temores ejercen influencia en nosotros, no en los acontecimientos.

22. En ningún acontecimiento, por horrible que parezca, no hay nada que nos impida buscar esa oportunidad escondida. No hacerlo supone un fallo de la imaginación. Pero buscar la oportunidad en ocasiones requiere armarse de mucho valor, pues la mayor parte de la gente que te rodea persistirá en interpretar los acontecimientos en los términos más groseros: éxito o fracaso, bueno o malo, bien o mal. Estas categorías simplistas y polarizadas eclipsan otras interpretaciones más relativas (y útiles) de acontecimientos que son mucho más ventajosos e interesantes.

23. Ejercita tus intenciones en lugar de engañarte a ti mismo pensando que puedes manipular los acontecimientos externos. Si la oración o la meditación te sirven de ayuda, practícalas. Pero el consejo divino búscalo solamente cuando la aplicación de tu propia razón no produzca ninguna respuesta, cuando hayas agotado los demás medios.

24. Lleva a cabo todos tus impulsos generosos. No los cuestiones, especialmente si un amigo te necesita; actúa en su nombre. ¡No dudes! No te entretengas con especulaciones sobre los posibles problemas o peligros. Mientras dejes que la razón te muestre el camino, estarás a salvo. Tu deber es estar dispuesto a prestar ayuda a tus amigos en los momentos de apuro.

25. Ya va siendo hora de dejar de ser un vago. Si deseas convertirte en una persona extraordinaria, si quieres ser sabio, tienes que identificar explícitamente el tipo de persona que quieres ser. Si llevas un diario, escribe lo que estás intentando ser, de modo que puedas utilizar esa autodefinición como referencia. Describe con precisión la conducta que quieres adoptar, de forma que puedas observarla tanto cuando estés a solas como con más gente.

26. Hablar desenfrenadamente es como ir dando bandazos en un vehículo sin control destinado a caer en la cuneta.

27. Conserva el buen humor y disfruta de unas carcajadas cuando sea apropiado, pero evita la risa floja de cantina que suele degenerar en vulgaridad o malevolencia. Ríete con, pero nunca de.

28. Casi todo lo que se acepta como legítimo entretenimiento es inferior o ridículo y sólo atiende o explota las debilidades de la gente. Procura no formar parte de la multitud que se entrega a semejantes pasatiempos. La vida es demasiado corta y tienes cosas importantes que hacer. Sé juicioso con las imágenes e ideas que permites en tu mente. Si no eliges tú mismo a qué pensamientos e imágenes te expones, lo hará algún otro, y sus motivos pueden no ser los más elevados. Lo más fácil de este mundo es deslizarse imperceptiblemente hacia la vulgaridad. Pero no es necesario que esto suceda si tomas la determinación de no desperdiciar tu tiempo y tu atención en tonterías.

29. Debemos preguntarnos regularmente: «¿Cómo son los pensamientos, palabras y actos que afectan a mis amigos, mi esposa, mi vecino, mi hijo, mi patrono, mis subordinados, mis conciudadanos? ¿Estoy poniendo algo de mi parte para contribuir al progreso espiritual de todos aquellos con quienes estoy en contacto?» Haz tuya la empresa de sacar lo mejor de los demás predicando con el ejemplo.

30. Absténte de defender tu reputación o tus intenciones. No tengas miedo de los insultos ni de las críticas. Sólo los moralmente débiles se sienten obligados a defenderse o explicarse ante los demás. Deja que la calidad de tus actos hable en tu nombre. No podemos controlar la impresión que los demás se forman de nosotros, y esforzarse por hacerlo sólo degrada el carácter.

31. Así pues, si alguien te dice que una persona determinada te ha estado criticando, no te molestes en excusarte o defenderte. Limítate a sonreír y responde: «Supongo que esa persona no conoce mis demás defectos. De no ser así no habría mencionado sólo esos».

32. Una de las mejores maneras de elevar el carácter de inmediato consiste en encontrar personajes ejemplares que valga la pena emular. Si tienes la oportunidad de conocer a una persona importante, no te pongas nervioso. Invoca las características de la gente que admiras más, adopta sus modales, su forma de hablar y su comportamiento como si fueran tuyos. No hay nada falso en ello. Todos llevamos dentro las semillas de la grandeza, pero necesitamos una imagen como punto de referencia para que puedan brotar. Paralelamente, el hecho de conocer a una persona de gran mérito no significa que debas atemorizarte más de la cuenta. Las personas sólo son personas, a pesar de su talento o influencia.

33. La presunción no es el estilo del auténtico filósofo. Nadie disfruta con la compañía de un fanfarrón. Por consiguiente, no agobies a los demás con entusiastas relatos sobre tus hazañas. A nadie le importan mucho tus batallas y aventuras, y si te las consienten durante un rato es por mera educación. Hablar con frecuencia y en exceso de los propios logros resulta cansado y pretencioso.

34. Deja que la razón sea suprema. Incúlcate el hábito de la  deliberación. Practica el arte de probar si las cosas son efectivamente buenas o no. Aprende a esperar y a evaluar en lugar de reaccionar siempre obedeciendo a un instinto inexperto. La espontaneidad no es una virtud por sí misma. Si te seduce la promesa de un placer cualquiera, da un paso atrás y concédete algo de tiempo antes de ir a por él sin pensarlo. Desapasiónate y dale un par de vueltas al asunto: ¿este placer me proporcionará un deleite momentáneo o una satisfacción real y duradera? La calidad de vida y el tipo de persona en que nos convertimos cambian sustancialmente cuando aprendemos a distinguir entre las emociones baratas y las recompensas significativas y duraderas. Si al considerar con calma el placer en cuestión te das cuenta de que en caso de abandonarte al mismo te arrepentirás, absténte y disfruta del dominio sobre tu persona. Refuerza el triunfo de tu carácter y te fortalecerás.

35. Después de deliberar y determinar que una línea de acción es acertada, jamás pongas en duda tu juicio. Apoya tu decisión. Cabe la posibilidad de que haya gente que malinterprete tus intenciones y pueden llegar a censurarte. Pero si a tu juicio estás actuando correctamente, no tienes nada que temer. Adopta una actitud firme. No seas cobarde y evasivo.

36. Ante todo debes saber quién eres y de qué eres capaz. Así como nada grandioso se crea en un instante, lo mismo sucede con el perfeccionamiento de nuestros talentos y aptitudes. Siempre estamos aprendiendo, siempre estamos creciendo. Lo correcto es aceptar los desafíos. Así es como se progresa hacia el siguiente nivel de desarrollo intelectual, físico o moral. Con todo, no te hagas ilusiones: si intentas ser algo o alguien que no eres, empequeñeces a tu verdadero yo y terminas por no desarrollarte en campos donde podrías destacar de forma natural. En el orden divino cada uno tiene su vocación. Descubre la tuya y síguela fielmente.

37. Igual que cuando caminas procuras no pisar un clavo ni torcerte el tobillo, deberías poner sumo cuidado en no deteriorar bajo ningún concepto la facultad suprema de la mente. La vida virtuosa depende ante todo de la razón. Si proteges a la razón, ella te protegerá.

38. Una vez que caemos, aunque sólo sea un poco, en la falta de moderación, adquirimos impulso y podemos perdernos en los caprichos.

39. No te arriesgues a dejarte seducir por las apariencias para construir teorías e interpretaciones basadas en deformaciones que son fruto de dar un nombre equivocado a las cosas. Da tu consentimiento sólo a lo que sea efectivamente cierto.

40. Hay una gran diferencia entre decir y hacer cosas valiosas. No otorgues demasiado peso específico a la mera erudición. Fíjate en el ejemplo de las personas cuyos actos son coherentes con los principios que profesan.

41. Ha llegado el momento de que te tomes en serio vivir tus ideales. Una vez que hayas determinado los principios espirituales a los que quieres servir de ejemplo, acata esas reglas como si fueran leyes, como si en efecto fuera pecaminoso incumplirlas. No debe importarte que los demás no compartan tus convicciones. ¿Cuánto más tiempo vas a ser capaz de postergar a quien realmente quieres ser? Tu yo más noble no puede seguir esperando. Pon en práctica tus principios, ahora. Basta de excusas y dilaciones. ¡Esta es tu vida! Ya no eres un niño. Cuanto antes emprendas tu programa espiritual, más feliz serás. Cuanto más esperes, más vulnerable serás ante la mediocridad y te sentirás lleno de vergüenza y arrepentimiento, porque sabes que eres capaz de más. A partir de ahora, promete que dejarás de defraudarte a ti mismo. Sepárate de la multitud. Decide ser extraordinario y haz lo que tengas que hacer. Ahora.

De Ryan Holiday en "El obstáculo es el camino". 

1. Porque los obstáculos no sólo son de esperar; también hay que aceptarlos. ¿Aceptarlos? Sí, puesto que en realidad son oportunidades para probarnos a nosotros mismos, intentar cosas nuevas y, en definitiva, triunfar. El obstáculo es el camino.

2. Tropezarás con muchos obstáculos en la vida, merecidos e inmerecidos. Y una y otra vez descubrirás que lo importante no es qué son esos obstáculos, sino cómo los ves, cómo reaccionas a ellos y que mantengas la calma. Aprenderás que esta reacción determinará que tengas éxito o no en superar esos escollos, e incluso en prosperar gracias a ellos. Donde alguien ve una crisis, otro puede ver una oportunidad. Donde alguien es cegado por el éxito, otro ve la realidad con una objetividad despiadada. Donde uno pierde el control de las emociones, otro permanece tranquilo. Desesperación, desesperanza, temor, impotencia: estas reacciones dependen de nuestra percepción. Date cuenta de que nada nos obliga a sentir eso; nosotros decidimos ceder a esas sensaciones.

3. Nosotros mismos decidimos qué haremos con cada situación. Si nos destruirá o resistiremos. Si la aceptaremos o rechazaremos. Nadie puede obligarnos a rendirnos ni a creer en algo que es falso (como que una situación resulta irremediable o imposible de mejorar). Tenemos absoluto control sobre nuestras percepciones.

4. No hay bien ni mal fuera de nosotros, sólo percepción. Hay sucesos, y la historia que nos contamos a nosotros mismos sobre su significado.

5. Que tu mente te diga que algo es horrible, malo, imprevisto o negativo no significa que debas estar de acuerdo. Que otros digan que algo es irremediable, absurdo o desastroso no significa que lo sea. Nosotros decidimos qué historia nos contamos. O si nos contamos alguna para comenzar.

6. La incertidumbre y el miedo se alivian con la autoridad. La capacitación es autoridad. Es una válvula de escape. Con suficiente exposición, puedes descartar los ordinarios y hasta innatos temores que proceden sobre todo del desconocimiento. Por fortuna, el desconocimiento es simple (no fácil) de resolver, lo que vuelve posible aumentar nuestra tolerancia al estrés y la incertidumbre.

7. En la vida es igual. Los obstáculos nos vuelven impulsivos, pero la única manera en que los sobreviviremos o venceremos consiste en mantener bajo control nuestras emociones y tranquilizarnos pase lo que pase, independientemente de las fluctuaciones de los sucesos externos.

8. Si una emoción no puede modificar la condición o situación que enfrentas, es probable que sea una emoción inútil. O muy posiblemente, destructiva.

9. La verdadera fortaleza radica en el control o, como lo expresó Nassim Taleb, la domesticación de nuestras emociones, no en pretender que no existen.

10. Siempre es posible que te recuerdes: Soy yo quien tiene el control, no mis emociones. Sé qué ocurre aquí. No voy a conmocionarme ni a molestarme. Vencemos las emociones con la lógica, o al menos ésa es la idea. La lógica radica en preguntas y afirmaciones. Con suficientes de ellas, llegamos a las causas últimas (que siempre son más fáciles de tratar).

11. La diferencia entre la perspectiva correcta y la incorrecta es todo. La forma en que interpretamos los hechos de nuestra vida, nuestra perspectiva, es el marco de nuestra respuesta próxima, ya sea que haya alguna siquiera o que no hagamos nada y aceptemos las cosas como son. Donde va la cabeza, sigue el cuerpo. La percepción precede a la acción. Una acción acertada se desprende de la perspectiva acertada.

12. No importa si éste es el peor momento para estar vivo o el mejor, si estás en un buen mercado de trabajo o en uno malo o si el obstáculo que encaras es intimidatorio o agobiante. Lo que importa es que ahora es ahora. Las implicaciones de nuestro obstáculo son teóricas; existen en el pasado y en el futuro. Nosotros vivimos en el momento. Y entre más lo aceptemos, más fácil nos sería acometer ese obstáculo y seguir adelante.

13. La lucha con un obstáculo inevitablemente nos propulsa a un nuevo nivel de funcionamiento. La medida de la lucha determina la medida del crecimiento. El obstáculo es una ventaja, no una forma de la adversidad. El enemigo es toda percepción que nos impide ver esto.

14. Siempre podemos actuar con rectitud.

15. En los buenos tiempos, nos afianzamos y acendramos nuestro cuerpo para que, en los malos, podamos depender de ello. Protegemos nuestro fuerte interno para que él nos proteja a nosotros.

16. Tu plan y cómo salen las cosas suelen ser dos cosas distintas. Lo que crees merecer es raramente también lo que obtienes. Negamos sin cesar este hecho y una y otra vez nos sorprenden los sucesos del mundo tal como se presentan.

17. No elegimos lo que nos pasa, pero siempre podemos elegir cómo sentirnos por eso. ¿Y por qué diablos elegirías no sentirte bien? Podemos optar por rendir buenas cuentas de nosotros.

18. Deja de complicarte las cosas pensando nada más en ti. Deja de poner ese peligroso “yo” frente a todo. Yo hice eso. Yo fui muy listo. Yo tenía aquello. Yo merezco algo mejor. No es de sorprender que te tomes personalmente tus pérdidas, que te sientas solo. Has exagerado tu papel e importancia.

19. El orgullo puede quebrarse. La dureza tiene un límite. Pero ¿el deseo de ayudar? Ninguna penuria, ninguna privación, ningún costo debe interferir en nuestra empatía con los demás.

20. Deja de pensar que lo que padeces es especial o injusto. Sea cual fuere tu dificultad —y por gravosa que resulte—, no es una desgracia elegida especialmente para ti. Sencillamente es lo que es. Ese tipo de miopía es lo que nos convence, en nuestro detrimento, de que somos el centro del universo, cuando en realidad hay un mundo más allá de nuestra experiencia personal repleto de personas que han lidiado con cosas peores. No somos especiales ni únicos en virtud solamente de ser. En diversos momentos de la vida, todos estamos expuestos a sucesos casuales y a menudo incomprensibles.

21. Ayuda a otros seres humanos a prosperar y sobrevivir, pon tu granito de arena en el universo antes de que te devore y alégrate de eso. Tiende una mano a los demás. Sé fuerte por ellos y esto te hará más fuerte a ti.

22. Ve las cosas tal como son. Haz lo que puedas. Soporta lo que debes. Lo que bloqueaba el camino es ahora un camino. Lo que alguna vez impidió actuar promueve la acción. El obstáculo es el camino.

De Jack Donovan en "El camino de los hombres". 

1. La masculinidad se trata de ser un hombre dentro de un grupo de hombres. Por encima de todas las cosas, la masculinidad se trata de lo que los hombres quieren unos de otros.

2. Fuerza, coraje, maestría y honor son las virtudes que protegen el perímetro; son las virtudes que nos salvan. Estas son las virtudes que los hombres necesitan para proteger sus intereses, pero también las virtudes que deben desarrollar para perseguir lo que quieren. Son las virtudes del defensor y el atacante. La fuerza, el coraje, la maestría y el honor no pertenecen a un solo dios, aunque muchos dioses los reclaman. Cualquier cosa por la que luchen los hombres, fuerza, coraje, maestría y honor, es lo que deben exigirse el uno al otro si quieren ganar.

3. El camino de los hombres es el camino de los fuertes, o al menos el más fuerte.

4. La fuerza se puede dar a una variedad de usos, pero cuando no se usa, es como un poderoso motor que acumula polvo en un garaje o una hermosa voz de canto que nadie escucha. Un auto deportivo que nunca pone goma en la carretera es solo un bonito trozo de metal. Para experimentar la alegría de su talento natural, un cantante debe cantar. La experiencia de ser hombre es la experiencia de tener una mayor fuerza, y la fuerza debe ejercerse y demostrarse que tiene valor. Cuando los hombres no pueden o no quieren ejercer su fuerza o usarla, la fuerza es decorativa e inútil.

5. Al responder la pregunta "¿Qué es la masculinidad?" También es importante vigilar al individuo dentro del grupo. El coraje heroico beneficia al grupo, pero como hemos discutido, hay beneficios en ganar estatus dentro del grupo y los hombres lucharán por ese estado. Esto requiere un tipo de coraje menos noble. Requiere un espíritu en nombre de uno mismo. La fuerza del hombre no es simplemente una herramienta para ser utilizada al servicio de los demás. Los hombres también usan la fuerza para promover sus propios intereses y es una tontería esperar que hagan sacrificios sin fin sin ganancia personal de algún tipo, ya sea material o espiritual. Deberíamos esperar que los hombres luchen por sí mismos, compitan entre sí y velen por sus propios intereses. Nada podría ser más natural que un hombre que quiere triunfar y prosperar.

6. Los hombres quieren llevar su propio peso, y se debe esperar que lo hagan. Como podría decir Don Corleone, las mujeres y los niños podían darse el lujo de ser descuidados durante la mayor parte de la historia humana, pero no los hombres. Los hombres siempre han tenido que demostrarle al grupo que pueden llevar su propio peso.

7. Hasta que puedas funcionar como un miembro competente del grupo y llevar tu propio peso, tu eres un suplicante y un lastre para el colectivo. Un niño es un niño, pero un adulto incompetente es un mendigo. Uno de los problemas con los estados de bienestar masivos es que nos hacen hijos o mendigos de todos nosotros, y como tal son una afrenta y una barrera para la masculinidad adulta. Se ha convertido en una comedia cliché para que hombres y mujeres se rían de los hombres que se preocupan por ser competentes. La broma de "los hombres se niegan a detenerse y pedir instrucciones" nunca parece envejecer para las mujeres, que se sienten más cómodas con la dependencia o los tipos socialistas, porque para los hombres se requiere reducir a los hombres a un estado infantil de súplica y sumisión a los burócratas estatales, estados de bienestar del gobierno para funcionar. El odio masculino a la dependencia es un baluarte del estado materno terapéutico.

8. El mínimo requerido para pasar de la dependencia a la interdependencia es la competencia y la autosuficiencia, la capacidad de llevar el propio peso.

9. Nadie es el hombre más fuerte, valiente, inteligente o magistral, aunque algunos hombres están más cerca de la "forma" ideal o perfecta de masculinidad que otros. La masculinidad en el ideal perfecto es aspiracional, no alcanzable. El punto es ser mejor, más fuerte, más valiente, más magistral, para lograr un mayor honor.

10. En tiempos difíciles, los hombres que no son buenos para ser hombres no durarán lo suficiente como para preocuparse por ser buenos hombres. La fuerza hace posibles todos los demás valores. Como dijo Han en Enter the Dragon:"¿Quién sabe qué delicadas maravillas han muerto en el mundo, por falta de la fuerza para sobrevivir?"

11. Las personas deben dejar de buscar ayuda y dirección del Estado. Deben desilusionarse y decepcionarse. Para impulsar las cosas en una dirección que, en última instancia, aunque no de inmediato, sea mejor para los hombres, la conexión emocional entre las personas y el estado debe cortarse por completo. Cuando el cuerpo del pueblo sea liberado de la cabeza del soberano, se producirá el caos. En ese caos, los hombres se encontrarán a sí mismos. Dejarán de buscar ayuda del Estado y comenzarán a buscarse el uno al otro. Juntos, los hombres pueden crear sistemas más pequeños, más ajustados y más localizados.

De Séneca en su "Diálogos".  

1. Lo importante no es qué soportas, sino de qué manera.

2. El valor está ansioso de peligros y piensa adónde dirigirse, no qué va a sufrir, puesto que incluso lo que va a sufrir forma parte de su gloria. Los hombres aguerridos se vanaglorian de sus heridas, alardean contentos de su sangre que mana por una causa honorable: por más que los que regresan ilesos del combate hayan realizado las mismas hazañas, se mira más al que vuelve herido.

3. Debemos ofrecernos a la suerte, para que ella nos endurezca contra ella misma: poco a poco nos hará iguales a ella, la frecuencia de los riesgos nos dará el desprecio de los peligros.

4. No hay árbol firme ni fuerte sino aquél sobre el que se abate un viento constante, pues por el maltrato mismo se ve obligado a sujetarse y hunde sus raíces con más resolución: son quebradizos los que han crecido en un soleado valle. Luego también es provechoso a los hombres buenos, para que puedan mantenerse impasibles, meterse mucho en situaciones pavorosas y soportar con ecuanimidad lo que no son males sino para quien mal los sobrelleva.

5. La ira no emprende nada grande ni hermoso; al contrario, me parece que, sabedora de su ánimo indolente y desdichado, de su debilidad, se queja a menudo, como los cuerpos llagados y enfermos, que gimen al más ligero roce. Así, la ira es sobre todo un defecto femenino y pueril. 

6. Los defectos ajenos los tenemos ante los ojos, a nuestras espaldas están los nuestros.

7. Piénsalo todo, espéralo todo: en las buenas costumbres, incluso, aparecerá algo un tanto desagradable. La naturaleza humana comporta espíritus insidiosos, los comporta ingratos, los comporta ávidos, los comporta impíos. Cuando juzgues sobre las costumbres de uno solo, medita sobre las de todos. Cuando te alegres mucho, has de tener mucho miedo; cuando todo te parezca tranquilo, no es que falten entonces cosas dispuestas a dañarte, sino que descansan. Hazte cuenta de que siempre va a haber algo que te ofenda. Un piloto nunca ha desplegado el velamen tan seguro de sí que no preparara los aparejos para arriarlo sin dificultad.

8. Pelea contra ti mismo: si pretendes vencer la ira, no puede vencerte ella a ti. Empiezas a vencerla si se esconde, si no se le da salida. Enterremos sus señales y contengámosla oculta y aislada. Esto se hará con grandes molestias de nuestra parte (pues desea saltar y encender los ojos y alterar el rostro), pero si le ha sido posible asomarse fuera de nosotros, se sitúa encima de nosotros. Que se guarde en el rincón más profundo del corazón y que sea llevada, no que lleve. Más aún, desviemos en sentido contrario sus síntomas: que el semblante se relaje, la voz sea más suave, el paso más lento; poco a poco el interior se transforma según el exterior. 

9. Muchos han perdonado a sus enemigos: ¿yo no voy a perdonar a los perezosos, a los descuidados, a los charlatanes? Disculpe su edad al niño, su sexo a la mujer, su independencia al extraño, su familiaridad al íntimo. Ahora por vez primera nos afrenta: pensemos en cuánto tiempo nos ha complacido; a menudo también otras veces nos afrenta: soportemos lo que hemos soportado tanto tiempo. Es un amigo: ha hecho lo que no quería; un enemigo: ha hecho lo que debía. Confiémonos al más sensato, absolvamos al más necio; en favor de quien sea arguyámonos a nosotros mismos que también los hombres más sabios cometen muchas faltas, que nadie hay tan discreto cuyo celo no se exceda a las veces, nadie tan maduro cuya gravedad el azar no implique en una acción ardorosa en demasía, nadie tan temeroso de los agravios que no caiga en ellos mientras los está eludiendo.

10. Nos airamos con los más queridos porque nos han dado menos de lo que imaginamos y de lo que han ofrecido a otros, aun cuando está a mano el remedio para una y otra circunstancia. Más ha complacido a otro: que nos guste lo nuestro sin comparaciones; nunca será dichoso nadie a quien disgusta otro más dichoso. Menos tengo de lo que esperaba: pero quizás esperaba más de lo que debía.

11. Hazte a la idea de que tienes que sufrir mucho: ¿es que alguien se admira de tener frío en invierno, alguien de marearse en el mar, de verse zarandeado en la carretera? El ánimo se muestra valiente ante las situaciones a las que llega prevenido. 

12. La virtud es algo elevado, sublime y majestuoso, invencible, infatigable: el placer, algo vil, servil, desvalido, caduco, cuya residencia y domicilio son los burdeles y las tabernas. La virtud la hallarás en el templo, en el foro, en la curia, de pie ante las murallas, polvorienta, atezada, con las manos encallecidas: el placer, casi siempre escondiéndose y buscando la oscuridad alrededor de los baños, las salas de vapor y los lugares que temen al edil, flojo, enervado, empapado de vino y ungüento, pálido o pintado y embalsamado con cosméticos.

13. Todo el que a la virtud ha accedido, ha dado muestras de una disposición animosa: quien sigue al placer parece enervado, roto, un individuo degenerado que va a caer en actos vergonzosos si alguien no le distingue los placeres, para que sepa cuáles de ellos están dentro del deseo natural, cuáles se lanzan a fondo y son inacabables y tanto más insaciables cuanto más se intentan saciar. Venga, que la virtud vaya de adelantada, cualquier paso será seguro. Y el placer excesivo es perjudicial: en la virtud no es de temer que haya algo excesivo, porque en ella misma está su límite: no es bueno lo que se ve en apuros por su tamaño.

14. Donde quiera que hay un hombre, hay lugar para el favor.

15. Nada, sin embargo, agrada al espíritu tanto como una amistad leal y grata. ¡Qué bien está cuando hay corazones dispuestos a que cualquier secreto con total seguridad penetre en ellos, cuya complicidad temes menos que la tuya, cuya conversación mitiga tu inquietud, su opinión resuelve tus decisiones, su alegría disipa tu tristeza, su vista misma te deleita! Por supuesto, los escogeremos, en la medida en que pueda hacerse, libres de ambiciones; pues los defectos se propagan y asaltan al que está más cerca y son nocivos por el contacto. Así pues, igual que durante una epidemia hemos de procurar no situarnos cerca de los cuerpos ya contagiados y ardientes por la enfermedad, porque correremos peligro y sucumbiremos a su mero aliento, así, al escoger la índole de nuestros amigos, pondremos cuidado en ganarnos a los menos corrompidos: preámbulo de la enfermedad es mezclar a los sanos con los dolientes. 

16. (...) a vivir hay que aprender durante toda la vida y, cosa que quizá te extrañe más, durante toda la vida hay que aprender a morir.