jueves, 9 de abril de 2020

¿Qué opinaba Ludwig Von Mises sobre la prohibición de las drogas?



REVISIONISTAS.

En círculos liberales y libertarios esta discusión durante mucho tiempo estuvo sanjada... pero hay una caterva de revisionistas que ha copado el movimiento recientemente, generalmente con tendencias conservadoras, que ahora mucho de lo que se tenía como aceptado dentro del movimiento (esto es: la libertad sexual, drogas, libre porte, etc, etc) se ha puesto en duda e incluso a todo aquel que fundamenta porque no es incompatible con los principios liberales o libertarios, defender la libertad de hacer con su cuerpo lo que cada quien considera correcto (obviamente) haciéndose cargo y tomando plena responsabilidad de sus acciones sin avasallar los derechos de los demás, se lo tacha de no ser liberal o libertario. Uno de esos temas en foco de discusión es sobre las drogas.

LIBERALES Y LIBERTARIOS SOBRE LA PROHIBICIÓN.

Milton Friedman, probablemente el mayor defensor del liberalismo durante la mayor parte del siglo XX al respecto explicaba que: "Estoy a favor de legalizar las drogas. Según mi sistema de valores, si la mayoría de la gente quiere matarse a sí mismos, tienen todo el derecho de hacerlo. La mayoría de los problemas que vienen de las drogas son porque éstas son ilegales". También "profetizó" que la "guerra" contra las drogas sería un fracaso. Otro exponente, en este caso del libertarianismo, el "Mr. Libertarian", Murray Rothbard, también se mostraría en contra de la lucha de las drogas. Llewellyn H. Rockwell Jr. quien fue un gran amigo de Rothbard, e inclusive el propio Ron Paul, candidato presidencial por el partido libertario de Estados Unidos, veían la prohibición literalmente como inmortal. Es un hecho que los máximos promotores estaban en contra de estas prohibiciones, no solo porque no cumplían lo que prometían, eran ineficaces y generaban más problemas de los que solucionaban, como toda interferencia gubernamental en la sociedad, básicamente. Sin embargo, muchos desconocen la opinión de un grande del liberalismo, y probablemente uno de los más importantes personajes del pensamiento liberal: Ludwig Von Mises. El papel de Mises, y sus contribuciones tanto a la ciencia económica como al liberalismo en general, son inmensos. Ha sido, sin lugar a dudas, uno de los más influyentes liberales del siglo XX.

LA OPINIÓN DE MISES.

Von Mises, en su libro titulado "Liberalismo" del año 1927, en una sección bajo el nombre de "Los límites de la actividad del gobierno" fundamenta cuales deberían ser las funciones esenciales del estado, y como en los estados modernos se habían rebasado esas funciones, lo cual él considera que simple y llanamente era algo malo. Inicia la sección de la siguiente manera: "Según la concepción liberal, la función del aparato estatal consiste única y exclusivamente en garantizar la protección de la vida, la salud, la libertad y la propiedad privada contra todo ataque violento. Todo lo que vaya más allá de esto está mal. Un gobierno que, en lugar de cumplir su función, llegara a su vez a atentar contra la vida, la salud, la libertad y la propiedad privada, sería naturalmente un pésimo gobierno". Y continuaba mencionando algunos ejemplos de esto: "En Estados Unidos la producción y el comercio de bebidas alcohólicas están prohibidos. Los demás Estados no llegan a tanto, pero casi en todas partes existen restricciones a la venta del opio, de la cocaína y otras sustancias estupefacientes".

Vamos aquí, como ve con malos ojos la "ley seca". Pero Mises va más allá y desmonta uno de los fundamentos más utilizados hoy en día por los liberales y libertarios revisionistas que dicta que; "Se piensa, por lo general, que una de las funciones del poder legislativo y de la administración consiste en defender al individuo de sí mismo. Incluso aquéllos que por lo general tienen serias dudas sobre la extensión del área de actividad del gobierno consideran absolutamente justo que en este campo la libertad del individuo sea limitada, y piensan que sólo por un ciego doctrinarismo se puede ser contrarios a prohibiciones de esta clase. La aceptación de estas intervenciones autoritarias en la vida del individuo es tan general que los adversarios por principio del liberalismo se inclinan a basar sus argumentos en el reconocimiento indiscutido de la necesidad de tales prohibiciones, del que deducen que la libertad absoluta del individuo es un mal, y que una cierta limitación de la misma por parte de la autoridad tutora es necesaria". Lo curioso aquí es que Mises alude a los iliberales, jamás habría pensado que esta forma de argumentación que antes utilizaban los que el denominaba "anti-liberales" hoy en día lo utilizan muchos que en teoría son "liberales de verdad". Mises prosigue poniendo de manifiesto las dudas que se generan respecto de este razonamiento: "La cuestión no es si las autoridades pueden imponer restricciones a la libertad del individuo, sino sólo hasta qué punto puede llegar tal limitación". Mises recalca algo muy importante, y que es un hecho para todos: "(...) que el alcoholismo, la adicción a la cocaína y la morfina son enemigos terribles de la vida, del hombre, de su salud y de su capacidad de trabajar, y por tanto quien razona en términos utilitarios dirá siempre que son vicios" pero que "....esto está lejos de demostrar la necesidad de que la autoridad intervenga con prohibiciones comerciales para reprimir estos vicios, ni se ha demostrado en absoluto que la intervención de la autoridad sea apropiada para reprimir realmente estos vicios, ni, suponiendo que se alcance el objetivo, que no se corran riesgos no menos graves que el alcoholismo y la adicción a la morfina".

Pero no termina ahí, continua con unas palabras que no tienen desperdicio y que voy a transcribir de manera completa para que puedan comprender lo que implica la prohibición en base a subjetividades y juicios personales: "A quien está convencido de que la tolerancia o la excesiva indulgencia para con estos venenos es perniciosa no se le impide vivir con moderación y templanza. El verdadero y único problema consiste en establecer si los adversarios convencidos del consumo de drogas nocivas tienen derecho a impedir coactivamente su consumo a quienes no son de su opinión y no tienen la fuerza de voluntad suficiente para abstenerse y para llevar una vida morigerada. Se trata de un problema que no puede afrontarse considerando exclusivamente el alcoholismo, la adicción a la morfina y la cocaína, que todas las personas sensatas reconocen como algo peligroso. En efecto, si en principio se concede a la mayoría de los ciudadanos de un Estado el derecho a prescribir a una minoría el modo en que debe vivir, entonces no es posible detenerse en el consumo de alcohol, de morfina, opio, cocaína y otras drogas semejantes. ¿Por qué lo que es aplicable a estas drogas no debe serlo también a la nicotina, al café y a otras drogas semejantes? ¿Por qué entonces el Estado no debe prescribir qué alimentos son los que hay que consumir y cuáles hay que evitar por ser nocivos? También en el deporte muchos tienden a superar los límites de sus fuerzas. ¿Por qué el Estado no debería intervenir también en este campo? Son muy pocos los hombres que saben ser moderados en su vida sexual, y parece que es particularmente difícil para algunas personas de edad comprender que es hora de abandonar tales placeres, o al menos practicarlos con mesura. ¿También aquí debe intervenir el Estado? Aún más nociva que todos estos vicios es, según algunos, la lectura de novelas pornográficas. ¿Hay, pues, que permitir una industria editorial que especula con los más bajos instintos del hombre, que corrompe los espíritus? ¿Y por qué no impedir la exposición de cuadros obscenos, la representación de obras teatrales licenciosas, y todo lo que puede fomentar las malas costumbres? ¿Y no es igualmente perjudicial la difusión de falsas teorías sobre la convivencia social de los individuos y de los pueblos? ¿Hay que permitir la incitación a la guerra civil y a la guerra contra otros países? ¿Es admisible que el respeto a la religión y a la Iglesia sea minado por libelos difamatorios y diatribas blasfemas? Como se ve, apenas abandonamos el principio fundamental de la no injerencia del aparato estatal en todas las cuestiones relativas al comportamiento individual, llegamos a reglamentar y a limitar la vida hasta en sus mínimos detalles. La libertad personal del individuo queda eliminada, y él se convierte en esclavo de la colectividad, siervo de la mayoría. No es necesario imaginarse qué abuso se haría de semejantes poderes discrecionales en manos de personas decididas a ejercerlos en el peor de los modos. Pero bastaría también el ejercicio más benévolo de tales poderes para transformar el mundo en un cementerio del espíritu. Todos los progresos de la humanidad se han realizado siempre del mismo modo; una pequeña minoría que empieza a separarse de las ideas y los usos de la mayoría, hasta que su ejemplo impele a los demás a aceptar la innovación. Si se concede a la mayoría el derecho a imponer a la minoría lo que debe pensar, leer y hacer, se impide el progreso de una vez para siempre. No puede objetarse que la lucha contra la adicción a la morfina y la lucha contra la literatura «perversa» son cosas completamente distintas entre sí. En realidad la diferencia sólo consiste en que una de las dos prohibiciones cuenta también con la aprobación de quienes no quieren concederlo al otro. En Estados Unidos los metodistas y los fundamentalistas, a raíz de la introducción del prohibicionismo sobre las bebidas alcohólicas, comenzaron la lucha contra el evolucionismo, y en algunos Estados de la Unión se consiguió arrojar el darwinismo de las escuelas. En la Rusia soviética la libertar de opinión se suprimió. En ese país, permitir o no permitir un libro depende del parecer arbitrario de un puñado de fanáticos, bastos e ignorantes, a los que se les ha confiado la dirección de esa sección del apartado estatal".

Concluye el apartado de la siguiente manera, sintetizando lo que implica el pensamiento liberal y libertario luego recogido por Friedman, Rothbard, Rockwell, Ron Paul y compañía. "La tendencia de nuestros contemporáneos a demandar prohibiciones arbitrarias tan pronto como algo no gusta, y la disponibilidad a someterse a tales prohibiciones aun cuando no se está de acuerdo con su motivación, demuestra que aún no nos hemos liberado del servilismo. Se precisarán años de autoeducación para transformarse de súbditos en ciudadanos. Un hombre libre debe saber tolerar que sus semejantes se comporten y vivan de un modo distinto de lo que él considera apropiado, y debe abandonar la costumbre de llamar a la policía tan pronto como algo no le gusta".

LA TENDENCIA A LA PLANIFICACIÓN.

Existe una tendencia por parte de los liberales y libertarios revisionistas a la planificación. Esto no los diferencia mucho de los ingenieros sociales de la Unión Soviética o las actuales feministas radicales. La idea de querer planificar como cada persona vive su vida, proviene de una tendencia intelectual elitista, el supuesto de superioridad moral e intelectual por parte de quien cree saber mejor que nadie como debe vivir la gente. En este sentido, estos actuarían como iluminados, curiosamente, algo muy propio de los socialistas y progresistas. Pero la planificación social, no se diferencia mucho de la económica. Lo cierto es que es imposible lograrlo. El socialismo es imposible de realizar porque es imposible planificar todos los fenómenos que ocurren a diario en el mercado. La idea de moldear lo que cada persona piensa y hace, en este aspecto tendría el mismo fin: El fracaso.

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